viernes, 2 de agosto de 2013

Capítulo 1 - Columbia University

[1ª Persona]

Solía pensar que la vida era algo complejo, llena de obstáculos insalvables que entorpecían la felicidad. Siempre he visto la vida de esta forma. Mi vida nunca me dio nada realmente bueno para decidirme a pensar lo contrario. Hubo, una vez, algo por lo que pensé que valía la pena luchar. Pero ello se esfumó como el humo.

Siempre había gritos en casa, siempre volaba algún tortazo desprevenido. Por eso, cuando la carta que anunciaba mi ingreso a la Columbia University llegó a mis manos, no tardé ni media hora en tener la maleta echa y salir por la puerta ante la atónita mirada de mi padrastro y los gritos e insultos de mi madre. Que irónico que las mismas personas que te empujaron a tener una vida, ahora quieran hacer todo lo posible por retenerte.

Sin embargo, en cuanto crucé la puerta de casa hacia el exterior, supe que mi vida había cambiado e iba a cambiar… para bien, o para mal.

***

[3ª persona]

Llegó a la universidad cuando estaba anocheciendo. Era invierno, y sus dientes castañetearon. Se había olvidado de llevar más ropa encima. Lo bueno era vivir relativamente cerca. No le hizo falta ni taxi, así ahorraba todo lo que pudiera, puesto que estaba segura de que sus padres no iban a darle nada después de lo de aquella madrugada. Entró con las dos maletas a rastras, cansada de acarrearlas de un lado para otro.

Antes, se había parado a admirar el paisaje. Aquel paisaje de césped perfectamente cortado, las pocas estatuas de mármol blanco bien cuidadas y ésas limpias paredes del extraordinario edificio. Se sintió pequeña ante su inmensidad, y se cuestionó si realmente merecía una beca completa en aquella facultad que parecía tan lujosa. Sacudió la cabeza y continuó su camino hacia recepción.

-Vengo por lo de la beca –dijo, y le pareció que la voz que salía de su cuello no era suya. Se aclaró sonoramente la garganta, carraspeando, y volvió a probar-. Soy Alexia Miller. Seguramente debo estar…

La mujer ni siquiera la miró. Estuvo a punto de repetirlo todo otra vez, cuando le tendió a la muchacha un formulario de cuatro páginas.

-Rellénalo ahora. Estás en la base de datos, pero se necesita que vuelvas a completar las hojas para consumar tu inscripción.

Se quedó sin palabras y no dijo nada. Fue hacia la mesita rodeada de butacas de piel y se sentó. Saco un bolígrafo de la mochila y empezó a leer.

Nombre: Alexia
Apellido/s: Miller
Sexo: Femenino
País: Estados Unidos
Ciudad: Broadway
Fecha de nacimiento: 1994/01/08
Dirección personal: ******
Dirección electronica: *****@*****.com

Pero había una opción que no estaba en la primera inscripción.
-Lenguage skills… -susurró. Sabía lo que debía poner pero… ¿por qué dudaba?

Estaba tan ensimismada en lo que debía contestar no se dio cuenta de que una persona se había sumado al formulario. Alexia levantó la cabeza para advertir a un chico, que como ella, sacaba un bolígrafo y rellenaba los campos en blanco. Tenía dos opciones: O se arriesgaba a llevarse un mal modo de la secretaria, o directamente le preguntaba a su compañero de mesa.

Suspiró. Tenía un pánico absurdo a romper ese silencio instaurado. Pero si no lo hacía, no podría ingresar en la universidad. Respiró hondo y carraspeó.

-Perdona… -murmuró, bajito. El chico levantó la cabeza y Alexia abrió los ojos de par en par. A quien antes había tomado por un americano normal y corriente resultó ser un joven asiático de rasgos pronunciados. Las cejas de él se alzaron cuando lo llamó. Los ojos cafés la miraban, interrogantes.

-¿Sí? –inquirió. Tampoco se esperó que su voz fuera tan profunda. Sintió un escalofrío pero volvió al tema que le interesaba.

-Verás… en “lenguage skills”… hay que poner sólo todos los idiomas que uno sepa, o se puede añadir también los que uno está aprendiendo?

El asiático se llevó una mano a la barbilla, pensativo.

-Ni idea, también es mi primera vez aquí –dijo, en conclusión-. Pero esto deberías preguntárselo a ella –señaló con el dedo a la secretaria que seguía mirando no se qué en la pantalla.

Se encogió aún más sobre sí misma.

-Es que… me da miedo –confesó, tímidamente. El chico soltó una carcajada y Alexia se ruborizó aún más.

-No tiene pinta de ser demasiado… amigable –coincidió y se levantó-. Ahora mismo se lo pregunto yo.

-¿Qué? ¡No! ¡No! No importa, yo… -¿qué podía decir? De todas formas, ya estaba delante de la mesa de la mujer. Desvió la vista cuando ella la miró y no volvió a elevarla hasta que su compañero regresó.

-¿Qué te ha dicho?

-Que pongas todo lo que quieras. Nadie va a revisar si de verdad sabes los idiomas que escribas o no.

-Ah… -fue lo único que se le ocurrió decir-. Gracias.

-No hay de qué –contestó. Lo cierto es que tenía cierto acento en el inglés, y de vez en cuando vacilaba al pronunciar una u otra palabra. Lo investigó con la mirada mientras éste seguía con el formulario. ¿De donde sería? Entonces se vio sorprendida por los orbes oscuros y fingió seguir con lo que estaba haciendo.

Lenguage Skills: Inglés, español, francés, alemán, coreano.

Todo listo para entregar después de un cuarto de hora. Se dejó caer en el respaldo y se masajeó la mano con la que escribía para luego acudir a recepción y entregar el formulario con una foto carné. Al momento sintió una presencia a su lado, y reparó que el chico asiático estaba de pie junto a ella. La secretaria rebuscó en un cajón y sacó un par de llaves con los números 28 y 29.

-Aquí tenéis la entrada a vuestras habitaciones. Por suerte o por desgracia, compartiréis sala interior.

Ambos jóvenes parpadearon, sin comprender.

-Piso segundo, puerta 56 –acabó la señora, y no habló más. Se miraron encogiéndose de hombros.

Caminaron en silencio solamente roto por el continuo traqueteo de las maletas en sobre suelo.

-Así que… seremos “vecinos”, por lo que parece –no era una pregunta, o al menos a Alexia no se lo pareció. Ella asintió y lo miró.

-Aún no sé tu nombre –indicó.

-Jaeseop – reveló- Kim Jaeseop. ¿Y tú?

-Alexia Miller –y de pronto, soltó una exclamación que sobresaltó al hombre-. Espera, ¡¿Jaeseop?!

AJ tragó saliva. A lo mejor… ¿lo había reconocido? No estaba en condiciones de tratar bien a una fan. No cuando la falta de sueño había empezado a hacer mella en su cuerpo.

-Si. Ése es mi nombre –dijo, cortante-. ¿Tienes algún pro…?

-¿Es un nombre coreano verdad? –Preguntó, y dibujó su nombre en hangul en el aire-. Jae-Seop. Eres el primer coreano que conozco –los ojos azules de Alexia brillaron de emoción-. Hace una semana acabé el tercer y último curso de coreano en la escuela de idiomas.

Jaeseop estaba atónito. Sus alarmas, anteriormente disparadas se habían apagado con un alivio inmenso.

-¿De verdad? –se atrevió a decir-. Entonces…

-Entonces podríamos hablar en coreano cuando quieras –Alexia se sintió orgullosa de sí misma. AJ sintió la necesidad de probar si decía la verdad. Su curiosidad era más fuerte que su razonamiento en ese momento.

-Si sabes hablar coreano –empezó él en su propio idioma- ¿Estás entendiendo lo que estoy diciendo, verdad?

-Perfectamente –sonrió de nuevo y finalmente llegaron a la puerta. No tenía nada de especial. Tenía un panel al lado con números para entrar con un código en el caso de emergencia. Pasaron la llave por el detector y accionaron el pomo. No se esperaban ver lo que había dentro. Era una pequeña salita, con cuatro puertas interiores, dos a cada lado. En el centro, una mesa de estudio, una estufa de metal y al fondo una nevera mediana.

Ambos quedaron estáticos.

-Debe de ser una broma –murmuró Alexia, rompiendo el silencio-. Esto es mucho lujo. ¿Todo es así? Creo que se han equivocado conmigo, yo he pagado una habitación normal, no una VIP…


-No es una VIP. Es que todos son así. Bueno, la mayoría –fue hacia una de las puertas y tocó. Al no haber nadie, entró y al cabo de unos minutos volvió a salir sin la pesada maleta y la mochila-. ¡Listo! Deberías dejar tus cosas. Y ya que somos vecinos… vamos a llevarnos bien –le tendió la mano y Alexia se la estrechó. Al mirarse a los ojos, supieron que deseaban ser amigos, pero ninguno se atrevió a decir nada.

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