martes, 24 de septiembre de 2013

Capítulo 4

Las prácticas trainee fueron mas duras de lo que había creído. Uno de los coreógrafos nos enseñó pasos de baile que él mismo había creado para ésa ocasión. Y no habíamos parado hasta que no dieron las cuatro de la tarde. Habíamos estado practicando desde las seis y media de la mañana... cada día. Ya llevaba prácticamente tres semanas en la compañía. No estaba acostumbrada a tantos trotes, y las agujetas me sacudieron el cuerpo en calambres muy dolorosos. 

Una de las chicas se acercó a mí y me tendió una botella de un líquido extraño. La miré, agradecida y bebí sin que mis labios tocaran el recipiente. La bebida, dulce, me atravesó la seca garganta reparándola poco a poco. Cuando hacía ejercicio, no “sabía” respirar.

- Gracias –dije ahogadamente. Tragué saliva. La chica recogió la botella de mis manos y la cerró.

- No hay de qué –contestó. Reconocí la voz casi de inmediato. Era la chica a la que habían mandado buscar a mi manager… a nuestro manager-. Soy Kim So Ra –se presentó, pero yo ya lo sabía.

- Park Hana.

- Lo sé –sonrió y se sentó junto a mí-. Te vi el primer día que llegaste, y a principios del entrenamiento. Siento no haberte hablado antes. Tenía la cabeza en otra parte.

“Ni que estuvieras obligada, chica”

- No te preocupes, no pasa nada –farfullé y tosí. Ya me estaba cansando de toser. So Ra me miró, preocupada.

- ¿Estás bien? Esa tos no es buena. Acabarás con una irritación bastante grande si no te tomas algo.

Asentí. Pero el problema era… que no podía pagarme las medicinas. Tragué saliva entrecerrando los ojos por la molestia que sentía. Recogí la poca dignidad interior que conservaba y me levanté. Me puse bien el pantalón que se había arrugado de la posición con las manos. Luego me volví a la chica.

- Gracias por lo de antes –dije, refiriéndome a la dulce bebida. Recogí mi toalla del suelo y me la enrosqué alrededor del cuello-. Me voy a duchar. ¿Nos vemos a la hora de cenar?

- Claro. Cuenta con ello –respondió, con una leve inclinación de cabeza. Salí al exterior y el sol abrasador me cegó momentáneamente. Pese a que el crepúsculo estaba próximo, la luz era fuerte aún. Estuve tentada de echarme la toalla en la cara y jugármela buscando las escaleras hacia mi improvisada habitación. Sin embargo, dos figuras a lo lejos llamaron mi atención. Una de ellas gritó mi nombre y sacudió algo que colgaba de su mano. Cuando Hyuk y Leo llegaron a mi altura, vi que el primero tenía en las palmas un regimiento de helados, no solo uno.

- ¿Qué, Hyuk, asaltando el supermercado a estas horas de la tarde? –bromeé. El maknae me devolvió la sonrisa sincera y bajó los ojos. A raíz de nuestra charla en el tejado el primer día, nos habíamos vuelto muy apegados el uno con el otro. Se podría decir que poseíamos una “causa común”, algo que a ambos nos preocupaba y que solo encontrábamos respuestas entre nosotros. Era lo más cercano a un amigo que había tenido nunca. Y no exageraba.

-La comida ha sido ligera, así que tenía un poco de hambre. Como aún no he cumplido los dieciocho, Leo se ha ofrecido a acompañarme por si me pasaba algo –explicó, secamente. Se sentía frustrado por tener una niñera encima, y no lo culpaba.

Miré al nombrado, con cierto aire de incredulidad. Leo llevaba una sencilla camisa blanca medio abierta remetida en unos pantalones vaqueros azul oscuro. Las zapatillas de deporte blancas hacían juego con la parte de arriba, y el pelo revuelto y el rostro sin una gota de maquillaje le daban un aspecto arrebatador. 

En ese momento, quitó el papel a un polo de limón, chupando de golpe más de la mitad del helado. Desvié la mirada hacia mi amigo para no entrar en combustión espontánea. Era una malpensada por tener una visión del cantante de esa manera. Recé para que pensaran que mi rostro enrojecido había sido producto de mis horas de entrenamiento. Carraspeé y me crucé de brazos.

- Veamos si lo he entendido bien. Leo te ha acompañado por que alguien le ha dicho que conseguiría algo a cambio, ¿verdad? ¿Quién ha sido? –inquirí.

- En realidad… N quería convencerlo de que si me acompañaba, podría disponer de sala de canto todo el día para él solo. Pero no le interesó demasiado. Entonces Ken saltó y dijo que iría él porque quería comprarte algo a ti para que descansases un rato. Y bueno, en ese momento Taek Woon se levantó y… -no logró terminar la frase. Un brazo le rodeó el cuello y lo tiró hacia atrás, evitando que hablara más de la cuenta. El brazo pertenecía a Leo, quien no miraba a nadie en especial y seguía devorando lenta y silenciosamente el trozo de polo que le quedaba sin soltar al maknae.

- ¡Suelta…!  ¡Suelt…argggh! –rogaba Hyuk, riendo, tosiendo y gruñendo al mismo tiempo. Clavó las uñas en el codo de su “agresor”, sin éxito en la liberación. Pese a que me parecía una escena peculiar y entretenida, decidí intervenir.

- Vamos, Leo. El pobre no ha dicho nada malo… creo –ahora no estaba segura. En presencia del hombre, todo pensamiento se iba al garete en un período de dos minutos-. Merece vivir. No creo que quieras tener que buscar otro maknae para VIXX, ¿no?

Intenté que no me temblara la voz, que salió extrañamente ronca. Coloqué una mano en el hombro del vocal, en parte para hacer más firmes mis palabras y en parte porque no me sentía segura en absoluto. Y menos cuando sus ojos castaños se cruzaron con los míos, curiosos y escrutadores. Dos finas rendijas entrecerradas por el sol que parecían ver a través de mí. Me estremecí entera y parpadeé buscando otro lugar donde dirigir mis ojos. 

Pero no duró mucho esa situación. Después de que él se quedara mirando mi mano en su hombro y de dar un rápido vistazo a Hyuk, lo soltó. Con rapidez me alejé de su cuerpo, aturdida. Estaba segura que se debía al sol. El pobre SangHyuk se pasó una de las manos por la garganta y oí que murmuraba algo sobre “Por poco no lo cuento…”.

- En fin –hablé, para romper el silencio estridente producto de las chicharras de los árboles-. Ya he acabado por hoy, y creo que el resto también. Si necesitáis la sala de baile, es toda vuestra. Yo voy a darme una ducha –y tomé consciencia de lo que había dicho. Estaba delante de ellos dos, con el pelo alborotado, la camisa beis larga húmeda y arrugada y el cuerpo sudoroso. Ahora mismo mi imagen les debía resultar algo desagradable. Ante esa posibilidad, mi estómago se hizo un nudo y me alejé a pasos cortos pero rápidos, hasta que sentí una mano en mi antebrazo.

Al ladear la cabeza y descubrir a Leo a pocos centímetros de mí, la sangre se acumuló en mi cara y los latidos bajo mis costillas se hicieron dolorosamente sonoros. Tanto que temí que pudieran oírse. Algo frío me rozó los dedos, que se cerraron entorno al objeto. Me había pasado un helado. 

Y por lo visto, yo no era la única sorprendida por la actitud de Tae Woon. Unos metros detrás, Hyuk se encontraba con la boca abierta y los ojos como platos, evidentemente estupefacto. El vocal se retiró y sin saber cómo reaccionar, hice lo primero que pensé. Me incliné en una reverencia de noventa grados.

- ¡Gracias! –tartamudeé y me deslicé hasta mi habitación tan velozmente como pude.

¿Qué había sido eso?

4 comentarios:

  1. Jajajaja ese momento de combustión espontánea ha acabado conmigo jajajajajajaj
    En serio, necesito acción ya -que ansiosa ¿no?- igual me encanta y espero que lo sigas. FIGHTING!!

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    1. Hahaahaha vale, ya tenía pensado poner un poco de acción en el proximo capítulo xDD No te preocupes! ^^ Me alegro que leas mis fics, me da motivacion! ^^

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  2. Espero que Sora sea buena con ella, porque leyendo me da la pinta de que es mala D:. Aunque es rara la sensación ya que ella la ayudó y aquí le da agua con azucar para las agujetas... Porque no se puede pagar las medicinas!? :'( Y si le duele la garganta... no es malo comer helado?xD

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    1. hahahaahah Bueno, lo de Sora aun no estoy pensando xD Y lo del helado... es que es muy bruta, así que... xDDD

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