lunes, 23 de diciembre de 2013

Hongbin Capitulo 10

Recogí el cubo lleno de agua tibia y la vertí en el baño por cuarta vez. Miré el reloj del salón, que mecía la aguja segundera con suavidad. Eran las cuatro de la mañana. Me quité un mechón de la frente y rellené por quinta vez de agua el recipiente de plástico. Al volver a la habitación, Hongbin seguía apoyado en el marco de la puerta, con la mirada perdida. Se apartó ligeramente para dejarme pasar y me arrodillé frente a la cama, que era ocupada por el cuerpo inerte y ardiente de mi mejor amigo.

Con paciencia y algo de cansancio, evité que las heridas sangraran más, pero no conseguí bajar la alta temperatura en la que mi mejor amigo se encontraba. Ni tampoco que, por consiguiente, despertara. Leo parecía sumido en un sueño doloroso. Su pálido rostro bañado por el sudor a veces se contraía, y todos los músculos se le tensaban como si los hubieran acercado a la corriente. Me partía el alma verlo así. Quería que volviera a estar sano, fuerte como una roca, con la mirada seria y calculadora que tanto carisma le daba.

-Hongbin –lo nombré, con voz fatigada. Escurrí un trapo en el agua y de forma cuidadosa la extendí sobre la frente de Leo-. ¿No puedes hacer nada?

No me hizo falta girarme para saber que negaba con la cabeza.

-Ha sido herido con armas especiales, capaces de matarnos. También son armas cuyas acciones son imposibles de corregir por otros seres sobrenaturales. Tienen que sanar solas, como si fuera humano. Puede que un poco más rápido pero…

-¿Cuánto tiempo? –apremié. Giré el trapo, que empezaba a calentarse, por el otro lado. No me contestó en seguida.

-Bien del todo, pueden pasar semanas. Quizá en unos cuantos días, despierte. Tú, mientras tanto, deberías descansar.

Sacudí la cabeza.

-No. No me moveré de aquí.

El Djinn se pasó una mano por el cabello, revolviendo los castaños rizos y confiriéndole un aspecto aún más rebelde. Señaló el lado de la cama que estaba vacío.

-Al menos, estírate ahí. Podrás seguir vigilándolo y no tendrás que irte –sugirió.

Vacilé. ¿Por qué dudaba? ¿No era normal cuidar a un enfermo? ¿Por qué ahora, observando a Hongbin, me sentía tan culpable? Alejé los pensamientos negativos y me subí al colchón. Chirrió bajo mi peso hasta que permanecí quieta. Leo emitió un breve gemido, apretando las manos. Entrelacé los dedos con él, susurrándole que estaba ahí y que no me iría.

Hongbin, incómodo y alterado se enderezó.

-Si necesitas algo… Tienes mi móvil. Voy a ver a algunos contactos que me proporcionarán información sobre la Dao. Voy a acabar con esto.

-Hongbin. ¿Por qué? –pregunté. Me observó con un destello verde.

<<Por ti>>, murmuró en mi mente, antes de esfumarse como humo.

***

Al despertar, me acució un hambre atroz. Me incorporé, pero vi las estrellas. Notaba como miles de agujas por todo el cuerpo, haciendo mis extremidades pesadas y doloridas. Como siempre, miré la hora que marcaba el reloj y casi me da un infarto. Eran más de las seis y media… ¡de la tarde! Observé a través de la ventana el sol del crepúsculo, lleno de destellos anaranjados y violáceos y me pregunté como podía haber dormido tanto.

Me percaté de que no estaba sola y con inquietud me acerqué a Leo, que dormía plácidamente… más o menos. Le tomé la temperatura con la palma, descubriendo aliviada, que la fiebre casi era un recuerdo.

-Menos mal… -dije para mí misma. Una compresa fue situada en la frente de mi mejor amigo. Advertí entonces cómo unos ojos me seguían pegados a la nuca.

-No creí que despertaras hasta mañana por la mañana –indicó Hongbin, sorprendido.

-¿Me has hecho dormir dieciséis horas seguidas con tus trucos mentales? Hongbin, ¿en qué pensabas? Taek Woon está mal. ¡¿Y si le hubiese pasado algo?!

-En realidad, deberías haber dormido un día antero. Creo que estoy perdiendo facultades psíquicas… -se llevó una mano al mentón, serio-. A tu amigo no le hubiera pasado, ni le pasará nada. Es un genio, no morirá por eso.

-Los humanos solo necesitamos dormir unas cuantas horas. ¡Estoy hecha una mierda! –fui a avanzar, pero tenía las piernas dormidas. Me sujeté al Djinn, que me sostuvo por la cintura firmemente. Su contacto me provocaba emociones que jamás había sentido, y recé por que no se notara mi nerviosismo. Acercándonos al sofá, me depositó en él mientras el genio hacia lo mismo al lado.

-Escucha –empezó-, he obtenido cierta información valiosa. Ayer de madrugada fui a ver a un nefilim. La cosa llegó a mayores, por lo que tuve que ajustarle las cuentas un poco.

-¿Le pegaste? –exclamé, horrorizada. Hongbin se encogió de hombros y asintió.

-Lo obligué a concertar una cita con otra persona. Le dije que estábamos interesados en ciertos objetos nefilim que nos servirían contra otros seres como nosotros. Dijo que quien encantaba esos objetos, no me los vendería baratos. Comenté que no me importaba el precio, pero siguió poniendo excusas y le dejé ver qué pasa cuando haces perder la paciencia a un genio del Aire.

No quería ni imaginarme la escena.

-De acuerdo –dije-. ¿Y qué lograste haciendo eso?

-La tan esperada cita. Para el miércoles que viene. Ahí es cuando tú entras en acción –lo miré, incrédula-. No puedo ser yo el que se acerque, y más si quien está esperando es otro ser sobrenatural. Sabría en seguida quien soy. Necesito que tú vayas, obtengas la información que necesitamos y vuelvas. No estarás sola, te vigilaré desde un extremo del bar.

Asentí, pero estaba asustada.

-Si así podemos saber donde está Jae Hwan, lo haré –notifiqué, con la garganta seca. El genio me miró fijamente.

-Pensé que te resistirías a ir. Eres… increíble. Más de lo que yo pensaba.

Me ruboricé. No estaba acostumbrada a sus halagos. Antes de que pudiera decir algo, se levantó.

-Volveré mañana de madrugada. Me quedan cosas por hacer, personas a las que interrogar. Alice… -se acercó de nuevo, me cogió la mano y depositó un suave beso en el dorso-. Quiero que sepas que no me arrepiento de nada de lo que te dije. Sigues siendo importante para mí.

Una sonrisa asomó en sus comisuras y por un momento, dejé de respirar. Era la primera sonrisa real y sincera que veía en él, sin carcajadas arrogantes ni segundas. Mi pecho se infló de emoción, pero mi conmoción se evaporó cuando el viento lo hizo desvanecerse. Volví a quedar sola en una casa desconocida, cuidando de un enfermo.

***

Esa noche dormí poco. Extremadamente poco. Un par de horas, a lo sumo. El reloj de pie de los vecinos de arriba dio las doce y frustrada volví a cerrar los párpados, ansiando conciliar el sueño. Sin embargo, unos dedos me acariciaron la mejilla y abrí los ojos de golpe.

-¡Taek Woon…! ¡Estas despierto! –solté, exaltada. Coloqué una de mis manos en su frente. Había recuperado su usual frialdad física, pero aún se le veía algo débil.

-¿Dónde estoy? –refunfuñó, roncamente-. Me siento fatal.

Solté una risilla nerviosa.

-No me extraña. Ha costado curarte, pero lo he conseguido. Estás en la cama de Hongbin y… no, espera, ¡aún no estás bien! –le grité cuando empezó a alzarse. Agarrándolo por los hombros, lo tumbé de nuevo y lo obligué a quedarse quieto. Procuré no ejercer demasiada presión porque no quería herirlo.

-Suéltame. No quiero estar en la cama del idiota de tu genio –profirió, con desdén.

-Es una cama, sea de quien sea. Te quedarás aquí hasta que te recuperes del todo. No irás a ninguna parte.

Se quedó en silencio. Los orbes castaños le relucían en la oscuridad.

-¿Te has hecho cargo de mí? –afirmé en respuesta.

-Hongbin me dio la opción de dormir a tu lado por si tenías algún problema. Pero tu fiebre ha descendido drásticamente, los cortes dejaron de sangrar hace unos días y… -no pude seguir hablando. Con un movimiento me encontré tumbada, un brazo rodeándome la cintura y la cabeza de Leo en el hueco de la clavícula. Su nariz me rozaba y me provocaba cosquillas-. Taek Woon, ¿qué haces?

Él murmuró algo por lo bajo que no logré entender.

-¿Qué…?

-Shh… -protestó-. Haces demasiado ruido –me apretó aún más-. Hueles al Djinn.

Tragué saliva.

-Es su casa. No podría oler de otra manera… -sus labios se detuvieron en mi cuello, sin hacer ningún movimiento. Sentía el cálido aliento de Leo contra mi piel y temblé como nunca antes. ¿Qué me ocurría? No era la primera vez que nosotros dos –junto a Ken- dormíamos abrazados en la misma cama. ¿Por qué estaba tan nerviosa que solo pensaba en salir corriendo?

-Taekwoon, yo… yo no puedo…

-Ojalá las cosas fueran diferentes –habló de nuevo-. Ojalá fuera humano. Así podría vivir los mismos años que tú –se separó, mirándome. Sus ojos estaban tristes y cansados-. De ese modo podría confesar cuanto te quiero sin necesitar hacerlo en este preciso instante, siendo un ser moribundo que se muere de amor por dentro.

No estaba preparada para oírlo. En mi fuero interno lo percibía, pero no quería admitirlo. Y justamente por eso, también sabía lo que yo sentía. Me limpié la cara mojada por las lágrimas e hipé. El rostro del Marid era de confusión mezclada con desencanto.

-Alice, no llores… -dijo, inquieto-. Lamento habértelo dicho. Lo he estropeado  todo y…

-No –lo interrumpí-. La que lo ha arruinado todo he sido yo. Te quiero, Taek Woon y no como amigo, pero… pero también quiero a Hongbin. No recuerdo desde cuándo, y aun así… hay algo en él que me atrae. Lo siento. Lo siento Leo… no sé qué hacer.

Me levanté apresurada hasta la cocina. No me seguía, y lo agradecí. Necesitábamos pensar sobre lo que acababa de pasar.


Oh, Ken… ¿Dónde estás cuando más te necesito?

7 comentarios:

  1. Oh oh... Alice te pillaste por Hongbin >< se siente cariño, el genio pudo contigo aunque por Leo te sientas atraída ese Hongbin te ha dejado K.O

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    1. kkkkkkkkk Aix pobre Alice...... ù_u Es que por mucho Leo que sea, Hongbin es mucho Hongbin y... sobretodo en este fic xDDD

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    2. Voy a llorar con esto, lo sé :S

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  2. Ahhh! Por fin pude leer*-* y me encanta! A pesar de ser una historia de Hongbin, me emocionan las partes de Leo #teamLeonardo(?) Jaja.. Como sea, saludos!! Y sigue así, escribes muy bonito, me gusta el rumbo que lleva este fic!!^^'

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    1. Primero, gracias por leer!!! >w< Si eres del Team Leonardo(?) tambien te recomiendo la otra novela de VIXX donde se centra más en Leo hahaha xD

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  3. Uaaaaa se pone interesante. Pero igual los dos son bichos celestiales xd, asi que es el mismo problema para los dos... Me encanta.

    Me encanta Leo, pero soy claramente del equipo de Hongbin jaja

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