domingo, 29 de diciembre de 2013

HongBin - Capitulo 11


Cuando Hongbin regresó, no tenía buen aspecto. Profundas ojeras marcaban sus ojos, el pelo mustio y desordenado se le pegaba a la cara y tenía los hombros hundidos. Aunque al aparecer seguía siendo tan silencioso como siempre, por lo que casi dejé caer el vaso de zumo de naranja que asía de la sorpresa.

-Se te ve cansado –comenté-. Deberías dormir.

-¿Con ese idiota en mi cama? Como que no –espetó, de mala leche.

-El idiota está despierto –dijo Leo, apoyándose en el marco de la puerta de la habitación. Hongbin se tensó, estupefacto.

-Tú… pensaba que no despertarías hasta por lo menos una semana –balbuceó. El marid arqueó las cejas con los brazos cruzados.

-Siento decepcionarte, entonces.

-Bueno, si dejarais de comportaros como críos de cinco años, podríamos tener una conversación adulta –resoplé, con impaciencia. El Djinn clavó los ojos en los míos.

-¿Ya le has contado el plan? –Negué con la cabeza.

-¿Qué plan? –inquirió y al explicárselo, gradualmente la cara de mi mejor amigo se tornó sombría. Los labios formaban una fina línea, que anunciaba una desaprobación por su parte-. ¿No pensarás de verdad en ponerla en un peligro semejante, verdad? Porque no lo permitiré.

-Oh por favor. Si te gusta actuar de caballero andante, por mí bien, pero ella ya ha aceptado y no hay más que hablar –retó el genio del aire. Lentamente, Leo giró su cabeza hacia mí.

-¿Es eso cierto?

-Sí. Quiero encontrar a Jae Hwan cueste lo que cueste.

-Alice… ¿Te das cuenta de que si te llegara a pasar algo, Ken se sentiría culpable para toda la eternidad? Cada vez que te mire, recordará cualquier daño que te haya causado por supuestas terceras personas. El desearía morir antes de que te ocurriera algo.

Cerré los ojos, triste. No sabía qué sucedería en el futuro, pero ante todo, quería que mi amigo viviese. Era un pensamiento egoísta, pues si yo fuera Jae probablemente me pasaría la vida lamentándome por la pérdida.

-Lo sé. Pero si queremos recuperarlo, debo asumir las consecuencias. Taek Woon, no cambiaré de opinión.

Él me miró largamente y cortó el contacto visual.

-Luego no digas que no te lo advertí –murmuró por lo bajo. Volví a centrarme en Hongbin.

-Vete a dormir. Si sigues así, colapsarás por muy genio que seas.

-Estoy bien –gruñó-. Déjame en paz.

La frialdad con que lo dijo caló en mi interior dolorosamente. No había en él rastro de la amabilidad o el cariño que últimamente mostraba. Me tragué la añoranza que sentía y recogí las cosas.

-Me voy a casa a buscar cosas. Ni se os ocurra prohibírmelo –alcé un dedo amenazante cuando los dos chicos empezaron a farfullar cosas a la vez-. Tomaré una ducha, recogeré ropa y volveré aquí en cuanto acabe. Entre tanto, intentad no mataros ¿vale?

***

Cuando volví a entrar por la puerta, todo estaba en silencio. Las luces apagadas daban un toque lúgubre a la acogedora casa, y veía los destellos de los faros de los coches en la pared. Solo me hizo falta una breve ojeada al sofá para saber que Hongbin se había quedado dormido en él. Al contrario que la otra vez, no estaba relajado. Rebusqué en los cajones alguna manta y se la estiré por encima. Ese acto me hizo recordar una escena similar del segundo día en que se presentó. En menos de un mes había cambiado tanto… y sin embargo, los desaires que a veces asestaba me provocaban unas ganas irremediables de estamparle la cabeza contra la pared.

-¿Por qué eres así? ¿Por qué no puedes tener un humor soportable? –alargué la mano para quitarle un cabello de la mejilla e imperceptiblemente se removió.

-Porque le duele hacerlo –dijo una voz en las sombras. Solo entonces distinguí la figura de Leo entre las cortinas, en la oscuridad.

-¿Qué?  –esa palabra me parecía demasiado familiar. Recientemente parecía lo único que salía de mi boca. Me indicó que lo acompañara a la cocina.

-Tu genio nunca ha sido como lo has conocido –continuó-, solía ser fuerte pero justo. Se negó a servir a las personas, sin embargo el enfado por el destierro solo le duró un par de siglos –pensé en ello como si fueran dos meses, para comprenderlo mejor- y despertó en él una gran curiosidad por la especie humana. Se aferró a diferentes criaturas a lo largo de su vida, pasando desde reyes nórdicos hasta artesanos árabes. La penúltima vez que se manifestó, fue ante dos hermanas gemelas de diez años. Vivían en condiciones muy precarias y solían dormir en una barraca abandonada a las afueras de la ciudad de Persia. Se llamaban Aisha y Âmar. Cuando Hongbin apareció, pensaron que se trataba de un ángel salido del llamador. Éste lo habían robado para poder cambiarlo por un pedazo de pan. Les explicó quién era y tras mirarse pidieron su primer deseo: Comida. Fue la primera noche que no pasaron hambre.

“-¿Qué más deseáis? –preguntó el genio, neutral. Las gemelas se miraron.

-No deseamos –dijo Aisha-. Te suplicamos que te quedes, por favor. Juega con nosotras como no lo hacen los demás niños por ser pobres.

-Eres la primera persona que nos pregunta qué queremos. Solo pedimos tu compañía –añadió la pequeña Âmar, con lágrimas en los ojos.

El Djinn se conmovió por sus nobles palabras y se quedó junto a ellas veinticuatro meses más. Les habilitó una casa en el centro de la ciudad, proporcionándoles comida y agua. Posiblemente fueron los mejores años para los tres. Hongbin aprendió de la sociedad con rapidez al igual que de las dos chiquillas, a las que quería como si fueran sus hermanas menores. Observó el lado noble y bondadoso de las personas… pero también el lado malo de ellas, y de su propia raza. Una guerra oprimió la ciudad, y el fuego cubrió los edificios con una velocidad inhumana. El ejército contrario era encabezado por un sádico general y su esposa, una genio Efreet del fuego.

Sabiendo lo que estaba por venir, una de las gemelas fue a buscar el Llamador dentro de una cajita alargada. La Efreet penetró en la casa, al tanto de la presencia del Djinn. Aisha se encontró en manos de la mujer, que le partió el cuello delante de Hongbin. Quiso proteger a la otra, pero pronto Âmar reemplazaba el lugar de su hermana. Antes de morir, la pequeña miró a su amigo y le dijo:

-Gracias. Gracias por hacernos felices estos años. Deseo que vuelvas al llamador y vivas. Vive por nosotras.”

Mientras Âmar era consumida por las llamas, los gritos angustiantes del genio del aire se convirtieron en gemidos de dolor por la pérdida de lo que había sido lo más parecido a una familia para él. Pero no hubo tiempo para lamentarse más, en ese plano. Su cuerpo fue desplazado al interior del objeto, no sin antes divisar los violáceos ojos y la sonrisa maliciosa de la genio.

-Varios siglos después, un viejo lo invocó para los típicos tres deseos, que concedió sin emoción alguna. Tú lo has visto. El dueño de la tienda de antigüedades.

Me giré para que no me viera llorar. Lo había malinterpretado todo respecto a Hongbin. Todo. El momento en que decidió dormir en mi cama y no dormir fuera, los insultos hacia mi raza o la vez que sus ojos transmitieron sufrimiento por las palabras de Leo.

Siempre has estado solo.

Aun así, ¿Por qué mentía al decir que no sabía qué era la amistad o el querer a alguien? ¿Me había mentido al decirme que yo era importante para él? Si así era, ¿qué motivo tenía para hacerlo?

-¿Entonces sabías perfectamente quien era el viejo? –musité, rogando por que la voz no se me rompiera.

-No. Ni cuando me dijiste que te había regalado un llamador. Empecé a sospechar al percibirlo en el camino a tu casa –y agregó-. No deberías llorar. Los ángeles no lloran por los estúpidos.

-No soy un ángel –hipé-. Y no es un estúpido. Es Hongbin.

-¿Qué pasa conmigo? –dijo el nombrado, abriendo la puerta de la cocina y bostezando. Brinqué de sorpresa.

-N-nada.

Leo se apoyó en la repisa de mármol, fatigado. Hongbin lo notó.

-Mala hierba nunca muere, ¿eh? –apuntó. Las comisuras de Leo se curvaron en una sonrisa ladina.

-Siento decepcionarte.

Se miraron. El aire podía cortarse con un cuchillo. Decidí intervenir.

-Es tarde. Son más de las doce. Deberíamos descansar.

***

Aquella noche soñé algo que me perseguiría por el resto de mi vida. Mi consciencia se trasladó hasta un lugar tenebroso. Al principio no vi nada, pero pronto el paisaje delante de mí se aclaró y advertí que se trataba de un pasillo con varias celdas de negros barrotes sólidos como rocas. Me desplazaba con un fantasma mirando a ambos lados el interior. Olía a quemado y a metal, y pronto descubrí de donde venía. El corazón me dio un vuelco cuando un grito atravesó el lugar… y mis oídos. Imploraba por que no fuera la voz de quien yo creía. Me acerqué sigilosamente como temiendo que pudieran descubrirme a una de las celdas.

-¡KEN! –chillé, al distinguirle la cabeza. No me oía.

-Volveré mañana, y si no me contestas dónde está la llave marcaré de nuevo tu hermosa y pálida piel –la voz de una mujer prorrumpió haciendo eco. Salió de la celda, cerrándola con un golpe seco. No me hizo falta volver a abrir la puerta para meterme dentro, mi consciencia podía hacerlo todo en ese momento. Todo menos quitarle las manos de las cadenas que lo sujetaban a la pared.

-Jae Hwan… -sollocé, desolada-. Jae Hwan, dime que no estás así realmente…  ¡Jae Hwan!

Mi amigo levantó la cabeza y miró hacia todos los lados, asustado. Tenía la piel sucia por el paso de los días, y varias heridas en la cara, junto a un labio partido. El cuerpo, era otra historia, peor de lo que me imaginaba. La ropa estaba rasgada, hecha girones y pegada al cuerpo ensangrentado por culpa de unas profundas marcas negruzcas no cicatrizadas y húmedas que le atravesaban el pecho en diferentes direcciones.

-¿A… Alice? –masculló-. ¿Alice, estás ahí?

-¡Jae Hwan! ¡Aquí! –Lo llamé y solo clavó los ojos en algún punto detrás de donde me encontraba, siguiendo el sonido de la voz-. Por Dios, cariño, ¿qué te han hecho?

-¿Eres un fantasma? Alice, ¿estás… muerta?

-¿Qué…? ¡No!  ¡Me he dormido en casa de Hongbin! No sé cómo he…

-No deberías estar aquí –cortó-. Vete. Ni siquiera deberías verme ahora.

Se dobló preso de un ataque de tos que acabó en sangre. Solté un grito ahogado.

-¿Por qué dices eso? ¿Dónde estás? ¡Dímelo para que podamos rescatarte!

-Es mejor así, Alice. Mientras me tengan, hay una posibilidad de que no te cojan. Les doy pistas falsas para que se cansen. Y en cuanto lo hagan, me matarán. Tu situación y el secreto de la llave se irán a la tumba conmigo.

-¡Cállate! ¿Qué voy a hacer si no estás conmigo? Eres como mi hermano, ¡no puedes acabar así! Te necesito en mi vida igual que a Leo.

Ken bajó la cabeza frunciendo los labios, al borde de las lágrimas.

-No se puede hacer nada. Recuérdame y será suficiente. Te quiero mucho Alice, has sido una maravillosa amiga para mí. Ahora vete antes de que Hyuna vuelva, o sabrá donde te escondes a través de tu consciencia.

-¡No pienso irme! –el mestizo me dedicó una sonrisa extenuada. Algo tiró de mí hacia atrás mientras vociferaba el nombre de Jae con todas mis fuerzas. Los ojos de Hongbin reemplazaron los de mi mejor amigo, agitados.

-Alice, has empezado a gritar en sueños. Pensábamos que…

-¡Ken! ¡Está muy mal! ¡Una tal… Hyuna lo tiene en una prisión abandonada! ¡Tenemos que ir a por él antes de que lo maten! –gimoteé, aferrada a loa hombros del genio.

-¿Hyuna? –inquirió el castaño.


-Sí, Hyuna. La Efreet del fuego –explicó Taek Woon-. La causante de la muerte de las gemelas.

3 comentarios:

  1. Oh Dios Mio! Hyuna? Vale.. al principio me ha hecho gracia el nombre xD. Pero... es una perroncia. Asco me da.

    Hongbin ha sufrido mucho ;__;. Pobrete, si es que en verdad es un trozo de pan. Sigo diciéndolo, supermega fan de él.

    Me ha gustado mucho Andrea!!!!!!! :D

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  2. No no no no. Es decir, ¡¡Ken no puede morir!!
    Me ha conmovido en demasía la historia de Hongbin, por eso se comportaba tan distante :'(
    La pobre chica, la muerte de ella en su conciencia, debe ser duro por muy genio que sea.
    Por lo visto Leo lo tiene más en consideración, vale que se lleven mal pero hay algo ahí como que ya no los separa tanto, que no hay el odio de antes, no sé ><
    Y bueno: ¡¡Espero, no, exijo que Ken no muera!! ><
    Como podrás comprobar me ha encantado y quiero el siguiente... y ¿por qué no? Un besito de los buenos, que ya toca jaajajaja entre tanto sufrimiento :S

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  3. DIOS MIO ME ENCANTAAA!!!!! no puedo dejar de leerla aun sabiendo q mañana tengo q trabajar y de ahi a estudiar que hermozoooo..... ojala algun dia esto pueda llegar a las salas de cine con los autenticos personajes seria hermozo..

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