sábado, 27 de diciembre de 2014

Capitulo 9: Thomas, alias, el novato

N de T: Os pido perdón. Lo peor de haber visto primero la película y seguidamente el libro es que hay cosas que se me mezclan y en cuanto me descuido... Por ejemplo, con Ben. Ben en la pelicula es corredor, pero en el libro lo muestran como constructor. Y, sin darme cuenta, en mi fanfic también aparece como corredor. Quizá no es un dato tan importante, puesto que tampoco se profundiza demasiado en la vida de éste chico ni en un sitio ni en el otro. Solo se sabe lo que se sabe y ya. Aún así, me disculpo de nuevo. ¡Y gracias! Espero vuestros comentarios!

***

-¡Que… alguien… me ayude! –gritó un chico entrecortadamente al otro lado de las verjas de la Caja. Sonaba asustado, desorientado; tal y como había llegado Jane. Escrutó con curiosidad el cuadrado en el suelo hasta que abrieron las puertas metálicas.

El joven entrecerró los ojos por el intenso fogonazo de luz. Miró en todas direcciones, asustado del coro de voces que se alzó.

-Mirad a ese pingajo.

-¿Cuántos años tiene?

-Parece una clonc con camiseta.

-Tú sí que eres imbécil, cara fuco.

-¡Tío, aquí abajo huele a pies!

-Espero que hayas disfrutado del viaje de ida, verducho.

-No hay billete de vuelta, chaval.

-¿Estás bien? –se hizo oír la chica. El nuevo enfocó los profundos iris marrones en ella y pareció que se relajaba un tanto. Desde otra parte, le tendieron una cuerda. Vaciló pero finalmente se dejó ayudar. Después de incorporarse, los brazos que lo rodeaban se fueron, pero traviesos dedos aún lo empujaban, burlones. Jane se hizo paso a codazos para estar en primera fila. El muchacho tenía un aspecto deplorable. ¿Había tenido ella esa cara enfermiza al llegar?

-Mira al judía verde —dijo una voz ronca, la del guardián de los constructores—. Se va a romper su fuco cuello intentando averiguar dónde está.

-Cállate la boca, Gally —respondió otra voz conocida. La chica estaba cerca y propinó un sopapo en la nuca al constructor. Éste gruñó unas palabras incomprensibles y se calló. La segunda persona en hablar había sido Alby, que avanzó hasta el circulo formado entorno al pingajo.

-¿Dónde estoy? –preguntó. Una punzada de nostalgia la embargó.

-En ningún sitio bueno —contestó Alby— que te haga sentir a gusto y relajado.

E iniciaron otra vez los gritos y las burlas. Jane examinó con más detenimiento el recién llegado. Moreno, delgado pero recio. Cara angulosa, labios medianamente gruesos y ojos grandes. Algo en su interior se agitó, como si estuviera teniendo un de ja vú. Lo conocía. No sabía de dónde ni por qué, pero lo había visto en otro lugar. Miles de imágenes le pasaron por la cabeza, algunas claras, otras borrosas; fragmentos de conversaciones surcaban las lagunas de su mente como agujas.

<<No puedo más>>

<<Tengo que ir, tengo que ayudarle>>

<<Ten paciencia, pronto iremos todos>>

<<No pienso obedecerles. Han sido dos años>>

<<Soy tu madre. Harás lo que se te diga>>

<<Me niego, Page>>

Chuck le propinó unos golpecitos en el brazo.

-No tienes buena cara.

Jane tragó saliva.

-Sácame de aquí –suplicó. Apoyó las manos en los hombros del niño mientras la guiaba fuera de la multitud. Ladeó la cabeza a tiempo de ver que Alby se llevaba al nuevo a un sitio apartado cerca del bosque. Suponía que lo pondría al día, aunque no confiaba en que se lo explicara todo de golpe. A lo lejos, Newt se acercaba y le asestaba una colleja al líder.

-¿Ha sido por el pingajo novato, no? –dijo Chuck. Ella asintió.

-Es como si me hubiesen accionado un interruptor en la mente al verlo. Me es familiar… y empiezo a recordar cosas.

-¿En serio? ¿Qué recuerdas?

-No demasiado. ¿Por qué no te acercas al verducho? Parece que va a hacerse clonc en los pantalones si sigue dándole al coco.

-Vamos los dos, si estás mejor.

Subieron la colina en dirección al muchacho que, en una mezcla de miedo y curiosidad miraba en dirección al gran edificio de madera cimentada y a las personas que se arremolinaban en la ventana más cercana. Un desgarrador grito cruzó el aire y se metió en los tímpanos de quienes lo escucharon. Jane sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Cerró los ojos y tragó saliva, consciente de quien había en la Hacienda, porque ella misma se había encargado de sacarlo medio a rastras del Laberinto. Newt y Alby lo dejaron allí y corrieron hacia la casa.

Un sonido metálico resonó en el lugar y un bichito parecido a una lagartija se escondió de ellos.

-Esa era una de las cuchillas escarabajo —aclaró Chuck al chico, que tenía cara de desconcierto.

-No te preocupes –siguió ella, intentando ignorar lo que había oído-. No te hará daño, a no ser que intentes cogerla. Son las cosas que nos vigilan.

La miró y entonces su mirada cambió. Jane advertía sus pensamientos: En silencio se preguntaba por qué era la única chica, y sobre todo, por qué sentía que la conocía.

Otro grito cortó todo contacto visual entre ellos.

-Pobre Ben –murmuró la chica, absorta-. Ahora está pasando por la peor parte de la picadura.

-¿Picadura?

-De los laceradores –dijo Chuck-. Duele mucho según me han contado. No sabes mucho más que yo por lo que parece.

-Querrás decir, que yo. Tú ya llevas dos meses aquí.

-Es verdad. Eras la pingaja hasta que éste tío llegó a esta clonc.

Intercambiaron un par de frases más y el nuevo se levantó, al parecer, cansado de las palabras sin sentido. Averiguaron que se llamaba Thomas. La conversación hasta la Hacienda se tornó pesada y cortante. Thomas, llegado el momento susurró un “No necesito amigos” y Chuck y Jane se miraron, sabiendo que aquello no era verdad.

-Anda, mira, es el judía verde –se mofó Gally en el interior-. Este pingajo seguro se ha cloncado en los pantalones cuando ha oído al bebé de Benny gritar como una niña. ¿Necesitas un pañal limpio, cara fuco?

-Gally, tengamos la fiesta en paz por una vez, ¿eh? El chaval acaba de aterrizar. Espera un par de días por lo menos –comentó ella. El constructor la analizó, pero ya no lo hacía como si estuviera observando a una persona potencialmente peligrosa. En el mes, la había aceptado dentro de lo que él llamaba “nuestro hogar”. Incluso varias veces se hacían bromas, cosa impensable durante las primeras semanas.

-Haz el favor de ir a ayudar a los Mediqueros, algo que se supone que tendrías que estar haciendo. Newt y Alby están preocupados. Si no les dices que todo va a salir bien, acabarán rompiendo a llorar como maricas.

-No exageres –objetó, aunque la idea de ver a los chicos llorar por eso le hizo gracia. Se giró hacia Chuck-. ¿Te encargas del verducho? Voy a ver a Benny.

Sin esperar réplica subió las escaleras, que crujieron bajo su peso, y cruzó el pasillo hasta la última habitación. Pese a saber perfectamente qué iba a encontrarse no pudo evitar que el corazón le latiera desenfrenado. Ben, de los corredores, se hallaba con el pecho desnudo, los ojos rojos desorbitados y unas venas verdes y gruesas de aspecto desagradable saliéndole de cada parte del cuerpo. Se movía en un frenesí delirante. Tenía un brazo suelto y todos los esfuerzos de Newt por sujetárselo fueron vanos, incluso recibió un tortazo. Tenía que hacer algo.

Recorrió la poca distancia que le quedaba y se subió encima de su compañero corredor, apretándole los hombros contra el camastro hasta que Newt logró controlarle de nuevo la extremidad.

-Ben, mírame. ¡Ben, por favor, mírame! ¡Cálmate! –pero era inútil. De la boca le rezumaba una espuma blanca asquerosa que fue bajándole por la comisura; al mismo tiempo había sacado la lengua, amenazando con triturársela. Eso la alarmó. Sin ni siquiera protegerse con algo, encajó el antebrazo en su boca para que no se la cortara a dentelladas. No obstante aquello resultó un infierno para Jane. Sintió un profundo dolor atravesarle el brazo, y de éste, a todo el cuerpo. Tal había sido el ramalazo, que estuvo a punto de perder la consciencia.

-¿Qué estás haciendo aquí arriba, novato? —gritó Alby a alguien en la puerta. La chica giró la cabeza a tiempo de ver a Thomas con la cara pálida y los ojos como platos. Alby se plantó delante de él para evitar que mirara, aunque algo le decía que era demasiado tarde.

-Yo… eeeh… quería algunas respuestas —murmuró. La joven puso los ojos en blanco pero no dijo nada. Si el antebrazo no le doliera a horrores, le habría preguntado a Newt si ella había sido así de pesada el Primer Día.

El verducho se fue, humillado. Para cuando Alby volvió, Ben empezaba a serenarse y posteriormente se quedó quieto, dormido. Jane aprovechó para retirar el brazo y cerrar los ojos, agotada.

-Deberías ponerte algo en eso –señaló el líder-. No tiene buena pinta, chica.

Se miró las heridas con forma de medias lunas en la piel. Eran bastante profundas, rojas, producto del intenso sufrimiento, y no dejaban de rezumar sangre. Quizá sería una marca para toda la vida. Abrió el armario y sacó la botella desinfectante y varias gasas para Clint, que la ayudó a curarse. Tardó tiempo, pero la hemorragia cesó.

-Debía evitar que se cortara la lengua con los dientes –explicó, a nadie en concreto y aunque nadie le había preguntado. Tenía la necesidad de darle sentido al dolor de su antebrazo.

-Lo has hecho bien –la consoló el guardián de los Mediqueros-. Mejor que bien. A ninguno se nos pasó por la cabeza.

-Dile a Fritanga que te de un bocata. Falta poco para la cena pero lo entenderá. Tienes el mismo color que las paredes –aconsejó Jeff.

-Pero si son grises.

-Veo que lo vas captando.

***

Jane no cenó; el bocata preliminar le había quitado el apetito. Esto también se veía afectado por lo que había ocurrido en la Hacienda escasas horas antes. Y en lugar de buscar a cualquiera de sus amigos se metió en su saco y entornó los párpados. Notó que alguien se estiraba a su lado, sin embargo no se giró.

-¿Un día duro? –inquirió Minho.

-Bastante.

Levantó el brazo con la venda: no tuvo que verlo para saber que el corredor abría los ojos, confundido.

-¿Qué ha pasado? ¿Cómo te has hecho… lo que sea que tengas?

Por fin se giró y apoyó la cabeza sobre la mano sana.

-Lo metí en la boca de tu compañero para que siguiera teniendo lengua en el futuro. Y antes de que me lo preguntes, sí, todo bajo control. Tardará un par de días en recuperar las fuerzas, pero lo peor ya ha pasado.

-Que bien –no lo dijo con demasiada emoción y pese a eso, Jane era consciente de que Minho estaba aliviado. El chico recorrió la venda con los dedos tan suave y delicadamente que la muchacha contuvo un estremecimiento. Sus manos eran torpes y aun así, un cosquilleo la recorrió-. Debió de dolerte.

-No sabes cuánto –contestó, ensimismada. Decidió cambiar de tema-. ¿Has cenado?

-No, me he quedado rezagado. Lo haré el último. Tanto gilipullo por ahí me pone enfermo.

Jane soltó una risotada que acabó en tos. Minho la contempló, inquieto.

-Tienes cara de haber visto un fantasma en monopatín.

-Ponte a la cola de la gente que me lo ha dicho ya. Tranquilo, lo que sea que tenga Ben no se contagia. Sólo estoy… exhausta –clavó sus orbes claros en él y frunció el ceño-. Espera. ¿Un fantasma en monopatín? ¿En serio?

-Si se te ocurre algo mejor... Ya sé que los fantasmas no van en monopatín. Como mucho, utilizan bicicletas.

-A veces admiro a las piedras, ¿sabes? Comparadas contigo, destilan inteligencia.

Refunfuñó en el momento en que Minho le sacudió un pequeño puñetazo en el hombro. Luego se levantó y le revolvió el pelo.

-Me voy a engullir un par de huevos fritos.

-Puaj.

-A propósito. Hoy ha subido un nuevo novato, ¿no? ¿Se porta?

-Es un cara fuco idiota que no se queda quieto. Pero parece buen chico.

-Ya veo –Jane se sorprendió al notar un leve deje de celos en la voz del corredor. Cuando se fue, llegaron Chuck y Thomas y se tumbaron a su lado. Por alguna razón, se hizo la dormida escuchando la conversación de los dos.

-Quiero ser un corredor.

-Olvídate de eso ahora mismo.

-No trates de…

-Thomas. Novato. Amigo mío. Olvídalo.

-Mañana se lo diré a Alby.

La persistencia de Thomas la obligó a saltarse su voto de silencio. Se incorporó.

-Tú, verducho. Alby te dará una patada en el culo y te pondrá en tu sitio como sigas diciendo tonterías. Ser corredor no es ninguna broma.

-Eres… una chica –dijo, como si por primera vez la viera.

-Bravo, Einstein. Si mal no recuerdo, hemos hablado antes.

-No, no. Quiero decir, que pensaba que había más chicas y por lo que veo solo hay chicos en el… Claro.

-Pues ya lo ves. Y tengo nombre de chica también. Jane. Parece que los creadores consideraron buena idea meter un jaguar en la jaula de las ovejas.

Chuck se rió. Thomas curvó un poco las comisuras, pero la sonrisa no le llegó a los ojos.

-A dormir, pingajos –exclamó el niño y al ver que el nuevo no se estiraba añadió-. Thomas, eres un trocito de clonc. Duérmete.

-Hay algo ahí que me es familiar.

-Duér-me-te.

-Jane, Chuck, creo… creo que he estado aquí antes.


El pequeño resopló y Thomas se calló. Sin embargo la joven meditó sus palabras. Si era verdad lo que había dicho, entonces tenían algún tipo de relación o estaban metidos en algo muy grande. Quizá demasiado grande para ellos.

1 comentario:

  1. Bueno, aquí estoy otra vez... Es decir, yo he visto la primera película y el libro aún no lo he leído aunque me lo dijiste... tengo que hacerlo, sin embargo.

    Ole, no pensaba que llegaría tan rápido Thomas... ohhh ya ha recordado algo ella, no me esperaba esto para nada :O Se me hace super curioso que ella instruya al nuevo, es como adorable todo jajaja intentando parecer dura ><
    No puedo con lo de las heridas dfsjdfhjkdg que asco, de las infecciones que puede coger, me pongo mala sólo de pensarlo xDDD soy más delicada con esas cosas... parezco una pija total jajajaja Primero he echado la leche que me estaba bebiendo al leer esto: "Tienes cara de haber visto un fantasma en monopatín." y digo ¿Lo del monopatín era necesario? pero luego voy y leo lo de las piedras AJJAJAJAJAJAAJAJAJAJAJA me has hecho la noche con las dos frases XDDDDD
    ¿Ha estado ahí antes? WHAT??? :OOOOO
    -Se larga pensando...-.

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